Mariposas (por Lafcadio Hearn)
Mariposas (por Lafcadio Hearn)

¡Si hubiera tenido la suerte de aquel erudito chino conocido en la literatura japonesa como Rōsan! Pues era amado por dos dos doncellas espirituales, hermanas celestiales, que cada diez días venían a visitarlo y a contarle historias sobre mariposas. Ahora existen historias chinas maravillosas sobre mariposas —historias de fantasmas; y deseo conocerlas. Pero nunca seré capaz de leer chino, ni siquiera japonés; y la poca poesía japonesa que con gran dificultad alcanzo a traducir contiene tantas alusiones a historias chinas de mariposas que padezco los suplicios de Tántalo… Y por supuesto, ninguna doncella espiritual se dignará nunca a visitar a una persona tan escéptica como yo.

El emperador T’ang Hsüan Tsung (Gensô) (713-765) Observa a una mujer emerger de la tinta que se eleva. La mujer es su concubina favorita que fue ejecutada tras interferir en los asuntos estatales
Impresor: Yashima Gakutei
Deseo conocer, por ejemplo, la historia completa de aquella doncella china a la que las mariposas tomaron por una flor y seguían en multitudes —tan fragante y hermosa era. También me gustaría saber algo más sobre las mariposas del Emperador Gensō, o Ming Hwang, quien las hacía elegirle sus amantes… Solía este celebrar en su portentoso jardín fiestas de vino a las que asistían damas de extraordinaria belleza; unas mariposas eran liberadas de sus jaulas entre las mujeres, y aquellas volaban hacia la más bella; entonces el emperador otorgaba su favor a esta, la más bella. Sin embargo, después de que Gensō Kōtei hubo visto a Yōkihi (a la que los chinos llaman Yang-Kwei-Fei), no permitió ya que las mariposas eligieran por él —lo que resultó ser desafortunado, pues Yokihi le ocasionó serios problemas… También desearía saber más sobre las experiencias de aquel otro erudito chino, celebrado en Japón por el nombre de Sōshū, que soñaba que era una mariposa y percibía en aquel sueño todas las sensaciones de una mariposa; y que, al despertar, conservaba tan vívidos en su mente los recuerdos y sentimientos de su existencia como mariposa que era incapaz de actuar como un ser humano… Finalmente, me gustaría conocer el texto de cierta proclamación oficial china en la que se declaraba a varias mariposas como espíritus del Emperador y cortesanas suyas…
La mayor parte de la literatura japonesa sobre mariposas, excepto alguna poesía, parece ser de origen chino; e incluso ese antiguo sentimiento estético nacional del tema, que tan deliciosa expresión encontró en el arte, las canciones y las costumbres japonesas, es posible que se desarrollara por primera vez bajo la enseñanza china. Un precedente chino explica sin lugar a dudas por qué los poetas y pintores japoneses eligieron como geimyō, o nombre artístico, denominaciones tales como Chōmu (“Sueño de mariposa”), Ichō (“Mariposa solitaria”), etc. E incluso a día de hoy, por qué geimyō tales como Chōhana (“Flor de mariposa”), Chōkichi (“Suerte de mariposa”) o Chōnosuké (“Alivio de mariposa”), son adoptados por las bailarinas. Además de los nombres artísticos que hacen referencia a mariposas, existen también nombres de pila reales (yobina) de este tipo —tales como Kochō, o Chō, que significan “Mariposa”. Por regla, sólo los llevan mujeres —aunque se dan algunas excepciones extrañas… Y cabe aquí mencionar que en la provincia de Mutsu existe todavía la curiosa y antigua costumbre de llamar Tekona a la hija más joven de una familia —palabra pintoresca, obsoleta en todas partes, que en el dialecto de Mutsu alude a una mariposa. En tiempos clásicos esta palabra denotaba también una mujer hermosa…

Mariposa y rosa salvaje
por Shibata Zeshin, 1885
También es posible que algunas extrañas creencias japonesas sobre las mariposas provengan de fuentes chinas; pero estas creencias bien podrían ser más antiguas que la propia China. La más interesante, me parece a mí, es la de que el alma de una persona viva puede vagar en forma de mariposa. A partir de esta creencia han surgido algunas bonitas fantasías —como la idea de que si una mariposa entra en tu habitación de invitados y se posa tras el biombo de bambú, aquella persona a la que más amas va a venir a verte. Que una mariposa pueda ser el espíritu de alguien no es motivo para asustarse. Hay ocasiones sin embargo, si aparecen en cantidades prodigiosas, en las que incluso las mariposas pueden inspirar temor; la historia japonesa guarda registro de un hecho semejante. Cuando Taïra-no-Masakado estaba preparándose en secreto para su famosa revuelta, apareció en Kioto un enjambre de mariposas tan vasto que la gente se asustó —pensaron que la aparición era el presagio de un mal que se acercaba… Quizá se pensó que aquellas mariposas eran los espíritus de miles de personas condenadas a perecer en combate y que se habían agitado en la víspera de la batalla por alguna misteriosa premonición de la muerte.
Sin embargo, según la creencia japonesa, una mariposa puede ser el alma de una persona muerta tanto como de una viva. En efecto, las almas tienen la costumbre de adoptar forma de mariposa con el propósito de anunciar el hecho de su despedida final del cuerpo; y por esta razón, cualquier mariposa que entra en una casa debe ser tratada con amabilidad.

En el drama popular se encuentran muchas referencias a esta creencia, y a otras excéntricas fantasías conectadas con ella. Hay, por ejemplo, una obra de teatro muy conocida, titulada Tondé-déru-Kochō-no-Kanzashi, o “La horquilla voladora de Kochō”. Kochō es una mujer y bella persona que se suicida a causa de unas acusaciones falsas y de un tratamiento cruel. Alguien que aspira a vengarla busca durante mucho tiempo en vano al autor de la injusticia. Pero al final, la horquilla de la mujer muerta se convierte en una mariposa y sirve de guía al vengador sobrevolando el lugar donde se oculta el villano.
No se debe pensar, sin embargo, que las grandes mariposas de papel (o-chō y mé-chō) que se usan como motivo de decoración en las bodas tienen alguna significación fantasmal. Sólo son símbolos que expresan la alegría de vivir unidos y la esperanza de que los recién casados puedan pasar por la vida juntos, como mariposas que revolotean en algún plácido jardín —volando ahora hacia arriba, ahora hacia abajo, pero nunca demasiado separados.
II
Una pequeña selección de hokku1 sobre mariposas nos ayudará a ilustrar el interés japonés en el lado estético del tema. Algunos solo son imágenes —pequeñas pinceladas esbozadas con diecisiete sílabas; otros no son más que bonitas fantasías o graciosas alusiones —pero el lector encontrará variedad. El gusto por la poesía japonesa de tipo epigramático es un gozo que se debe adquirir lentamente; solo gradualmente, después de paciente estudio, se puede estimar en su justa medida las posibilidades que ofrece una composición semejante. Una crítica apresurada ha afirmado que “sería absurdo” presentar cualquier reivindicación de seriedad en favor de unos poemas de diecisiete sílabas. ¿Pero qué pasa entonces con la famosa línea de Crashaw sobre el milagro en las bodas de Caná?
Nympha pudica deum vidit, et erubuit.2
Solo catorce sílabas —y la inmortalidad. Pues bien, con diecisiete sílabas, cosas igualmente maravillosas —de hecho, mucho más maravillosas— han sido realizadas, no una vez ni dos, sino probablemente miles de veces… Sin embargo, nada hay de maravilloso en los siguientes hokku, que han sido seleccionados por algo más que por razones literarias:

Nugi-kakuru3
Haori sugata no
Kochō kana!
(Como un haori en el momento en que alguien se lo quita —¡así es la forma de una mariposa!)
Torisashi no
Sao no jama suru
Kochō kana!
(¡Ah, la mariposa sigue cruzándose en el camino de la vara del cazador de pájaros!4)
Tsurigané ni
Tomarité nemuru
Kochō kana!
(Posada sobre la campana del templo duerme la mariposa)
Néru-uchi mo
Asobu-yumé wo ya—
Kusa no chō!
(Incluso mientras duerme, su sueño es juguetón —¡ah, la mariposa de la hierba!5)
Oki, oki yo!
Waga tomo ni sen,
Néru-kochō!
(¡Despierta! ¡Despierta! —Te haré mi compañera, a ti, durmiente mariposa.6)
Kago no tori
Chō wo urayamu
Metsuki kana!
(¡Ah, que expresión más triste la de los ojos de ese pájaro enjaulado —tiene envidia de la mariposa!)
Chō tondé—
Kazé naki hi to mo
Miëzari ki!
(Incluso cuando no parecía que aquel día corriera la brisa7, ¡el aleteo de las mariposas—!)

Rakkwa éda ni
Kaëru to miréba—
Kochō kana!
(Cuando vi que la flor caída retornaba a su rama —¡oh, sorpresa! ¡solo era una mariposa!8)
Chiru-hana ni—
Karusa arasoü
Kochō kana!
(¡Cómo se esfuerza la mariposa en competir con la ligereza de las flores que caen!9)
Chōchō ya!
Onna no michi no
Ato ya saki!
(¡Mira a esa mariposa que sigue el sendero de la mujer —ahora revolotea delante de ella, ahora por detrás!)
Chōchō ya!
Hana-nusubito wo
Tsukété-yuku!
(¡Ah, la mariposa! —¡está siguiendo a la persona que robó las flores!)
Aki no chō
Tomo nakéréba ya;
Hito ni tsuku
(¡Pobre mariposa otoñal! —¡cuando no le queda ningún camarada (de su propia raza), se va detrás de un humano (o “de una persona”)!)
Owarété mo,
Isoganu furi no
Chōcho kana!
(¡Ah, la mariposa! ¡Ni siquiera cuando se le da caza da la impresión de tener prisa!)
Chō wa mina
Jiu-shichi-hachi no
Sugata kana!
(En cuanto a las mariposas, todas parecen tener unos diecisiete o dieciocho años.10)
Chō tobu ya—
Kono yo no urami
Naki yō ni!
(¡Cómo juguetea la mariposa —como si no existiera la enemistad (o “envidia”) en este mundo!)
Chō tobu ya—
Kono yo ni nozomi
Nai yō ni!
(¡Ah, la mariposa! —juguetea por ahí como si no deseara nada más de esta existencia presente.)

Nami no hana ni
Tomari kanétaru
Kochō kana!
(Al descubrir que les resulta ciertamente difícil posarse sobre las flores (de espuma) de las olas, ¡qué pena la mariposa!)
Mutsumashi ya!—
Umaré-kawareba
Nobé no chō.
(Si (en nuestra próxima vida) naciéramos como mariposas en el páramo, ¡entonces, por ventura, podríamos ser felices juntos!11)
Nadéshiko ni
Chōchō shiroshi—
Taré no kon?12
(Sobre la rosa hay una mariposa blanca: me pregunto ¿de quién es el espíritu?)
Ichi-nichi no
Tsuma to miëkéri—
Chō futatsu.
(Al fin apareció la esposa de un único día —¡una pareja de mariposas!)
Kité wa maü,
Futari shidzuka no
Kochō kana!
(Bailan mientras se aproximan; pero cuando al final se juntan, permanecen muy quietas, ¡las mariposas!)
Chō wo oü
Kokoro-mochitashi
Itsumadémo!
(¡Si pudiera conservar siempre el anhelo de cazar mariposas!13)
***
Además de estas muestras de poesía sobre mariposas, tengo para ofrecer un pintoresco ejemplo de literatura japonesa en prosa sobre el mismo tópico. El original, del cual solo he realizado un intento de traducción libre, se puede encontrar en el curioso y antiguo libro Mushi-Isamé (“Consejos para insectos”). Adopta la forma de un discurso dirigido a una mariposa, pero en realidad es una alegoría didáctica que apunta al sentido moral de un ascenso y una caída social:
“Ahora, bajo el sol de la primavera, las brisas son suaves, las flores lucen estupendas, las hierbas son mullidas y los corazones de la gente están contentos. Las mariposas revolotean alegremente por todas partes: hay cantidad de personas componiendo versos chinos y versos japoneses sobre mariposas.
Y esta estación, ¡oh, mariposa!, ciertamente es la estación de tu prosperidad radiante: eres tan hermosa ahora que nada hay en el mundo entero más hermoso. Por este motivo todos los demás insectos te admiran y envidian —no hay uno solo entre ellos que no te envidie. Y no son solo los insectos los que te contemplan con envidia: también los hombres te admiran y envidian a la vez. Sōshū de China, en un sueño, adoptó tu forma; Sakoku de Japón, después de morir, tomó tu forma, y con ella se apareció como fantasma. Y no son solo los insectos y la humanidad los que comparten esta envidia que inspiras; incluso cosas sin alma cambian su forma por la tuya —testimonio de esto es la cebada, que se convierte en mariposa.14
Pero ahora trata de pensar un poco en tu propia historia personal. Vale la pena rememorarla, por que tiene una parte vulgar. ¿Cómo es esa parte vulgar? Bien, después que naciste, durante un tiempo considerable no tenías los mismos motivos para regocijarte por tu figura. Entonces eras tan solo un insecto de la col, un gusano peludo; eras tan pobre que ni siquiera podías permitirte una bata para cubrir tu desnudez y tu aspecto era totalmente repugnante. En aquellos días todo el mundo detestaba tu presencia. En efecto, tenías buenos motivos para avergonzarte de ti misma; estabas tan avergonzada que recogías ramas viejas y desperdicios, te hacías con ello una guarida, la colgabas de una rama y te escondías dentro —y entonces todo el mundo te gritaba “¡Insecto chubasquero!” (Mino-mushi)15. Y durante ese periodo de tu vida tus pecados eran graves. Tú y tus compañeros os reuníais entre las tiernas hojas verdes de los cerezos y la escena era de una fealdad extraordinaria; a los ojos expectantes de la gente, que venían de muy lejos para admirar la belleza de aquellos cerezos, les dolía contemplaros. Y erais culpables de cosas incluso más odiosas. Sabíais que aquellos pobres, pobres hombres y mujeres habían estado cultivando daikon16 en sus campos —trabajando duramente bajo el sol ardiente hasta que sus corazones se habían llenado de amargura a causa de tener que cuidar aquel daikon; y tú persuadiste a tus compañeros para que fueran a reunirse contigo sobre las hojas de aquel daikon y sobre las hojas de otras verduras que habían plantado aquellas pobres gentes. Llenos de gula, vosotros arrasasteis aquellas hojas, las roísteis deformándolas hasta la fealdad —sin preocuparos en absoluto por las penas que padecían aquellas pobres gentes… Sí, ese tipo de criatura eras, y tales eran tus acciones.

Granjeros japoneses vistiendo el mino

Y ahora que tienes una forma hermosa desprecias a tus viejos camaradas, los insectos; y cuandoquiera que te encuentras con alguno de ellos, finges que no los conoces (literalmente, “Pones cara de no conocerlos”). Ahora no quieres tener por amigos más que a gente rica y eminente…. ¡Ay! Has olvidado los viejos tiempos, ¿no es así?
Es verdad que mucha gente ha olvidado tu pasado, que se sienten encantados al ver tu agraciada forma actual y tus alas blancas y que escriben versos japoneses y chinos sobre ti. La damisela de alta alcurnia, que anteriormente no podía soportar ni siquiera mirarte, ahora te contempla con deleite, quiere que te poses sobre su horquilla y extiende su refinado abanico con la esperanza de que aterrices sobre él. Pero esto me recuerda que hay una antigua historia sobre ti nada bonita.
En tiempos del emperador Gensō, el Palacio Imperial contenía cientos y miles de hermosas damas —tantas, de hecho, que para cualquier hombre hubiera sido difícil decidir cuál de todas ellas era la más bonita. De modo que a todas aquellas bellezas se las reunía en un lugar y a ti se te dejaba volar libremente entre ellas; se decretó que la damisela en cuya horquilla te posaras sería convocada ceremoniosamente a la Alcoba Imperial. En aquel tiempo no podía haber más que una Emperatriz —lo cual era una buena ley; pero, por tu culpa, el Emperador Gensō causó mucho daño al país. Porque tu mente es superficial y frívola, y a pesar de que entre tantas mujeres hermosas debía haber algunas personas de corazón puro, tú no te fijaste más que en la belleza; así que te dirigiste a la de apariencia externa más bella. Por esto muchas de las cortesanas dejaron completamente de pensar en la recta conducta que corresponde a una mujer y empezaron a estudiar cómo aparecerse espléndidas a los ojos de los hombres. La conclusión de esto fue que el Emperador Gensō tuvo una muerte lastimosa y dolorosa —todo por culpa de tu mentalidad superficial y trivial. En efecto, se puede descubrir el carácter real de alguien por su comportamiento en otros asuntos. Por ejemplo, hay árboles cuyas hojas no se mustian y caen —como la encina y el pino—, sino que permanecen siempre verdes; estos son árboles de corazón firme, árboles con un carácter fuerte. Pero tú dices que son severos y formales, detestas su aspecto, y nunca los visitas. solo te acercas al cerezo silvestre, al kaido17, a la peonía y al rosal amarillo; estos te gustan porque tienen flores llamativas y solo por eso intentas agradarles. Déjame decirte que ese comportamiento es muy indecoroso. Esos árboles tienen ciertamente flores espléndidas, pero no frutos que satisfagan el hambre, y solo son gratos a los amigos del lujo y la ostentación. Esa es precisamente la razón por la que les agrada tus alas ondulantes y tu delicada figura —por eso son amables contigo.

by Lisa Redfern

Rosal amarillo Kerria japonica
by Alexis López Hernández – CC BY 4.0
Ahora, en esta estación primaveral, mientras danzas juguetona por los jardines de los ricos o sobrevuelas las bellas avenidas de los cerezos en flor, te dices a ti misma: «Nadie en el mundo disfruta tanto como yo ni tiene amigos tan excelentes. Y a pesar de lo que pueda decir toda esa gente, adoro sobremanera a la peonía —y el dorado rosal amarillo es mi amado confeso y cumpliré hasta el mínimo de sus deseos, pues eso constituye mi orgullo y mi deleite…» Así te expresas. Pero la opulenta y elegante estación de las flores es muy corta: pronto se mustiarán y caerán. Entonces, cuando llegue el tiempo del calor veraniego, solo habrá hojas verdes; pero en breve soplarán los vientos del otoño, e incluso las mismas hojas caerán al suelo como la lluvia, parari-parari. Y entonces tu destino será similar al de aquel infortunado del proverbio: Tanomi ki no shita ni amé furu (La lluvia se filtra incluso a través del árbol al que confié mi refugio). Buscarás a tu viejo amigo, al insecto cortador de raíces, la larva del escarabajo, y le rogarás que te deje volver a tu antiguo agujero; pero ahora, al tener alas, por su culpa no podrás entrar en el agujero, no podrás guarecer tu cuerpo en ningún lugar entre el cielo y la tierra, toda la hierba del prado se habrá marchitado entonces y no tendrás ni siquiera una gota de rocío en la que humedecer tu lengua —no habrá nada que puedas hacer más que echarte y morir. Todo a causa de tu corazón superficial y frívolo —pero ¡ay, qué final tan lamentable!”.
III
Tal como ya hemos dicho, la mayor parte de las historias japonesas sobre mariposas parecen ser de origen chino. Pero tengo una que probablemente es autóctona y que me parece que vale la pena contar en beneficio de aquellas personas que creen que en el Lejano Oriente no existe el “amor romántico”.
Detrás del cementerio del templo de Sōzanji, en las afueras de la capital, se levantaba hace tiempo una casa de campo solitaria habitada por un anciano llamado Takahama. En el barrio era apreciado a causa de sus amables maneras, pero casi todo el mundo creía que estaba un poco loco. A menos que tome los votos budistas, de un hombre se espera que se case y que forme una familia. Pero Takahama no pertenecía a la vida religiosa y, sin embargo, no se le pudo convencer de que contrajera matrimonio. No se conocía tampoco que hubiera entablado nunca una relación amorosa con mujer alguna. Había vivido completamente solo durante más de cincuenta años.
Un verano cayó enfermo y supo que no le quedaba mucho tiempo de vida. Entonces hizo llamar a su cuñada, una viuda, y a su único hijo —un muchacho de unos veinte años por el que sentía mucho apego. Ambos acudieron rápidamente e hicieron todo lo que pudieron para aliviar las últimas horas del anciano.

Una tarde en que hacía bochorno, mientras la viuda y su hijo vigilaban junto a su lecho, Takahama se durmió. Al mismo tiempo una mariposa blanca muy grande entró en la habitación y se posó sobre la almohada del enfermo. El sobrino la ahuyentó con un abanico, pero ella volvió enseguida a la almohada y fue ahuyentada de nuevo, solo para regresar una tercera vez. Entonces el sobrino la echó al jardín y la persiguió por él y a través de una puerta hasta el cementerio del templo vecino. Pero la mariposa seguía revoloteando delante de él como si se resistiera a alejarse más, y se comportaba de forma tan extraña que el muchacho empezó a preguntarse si era realmente una mariposa o más bien un ma18. La ahuyentó otra vez y la persiguió lejos por el cementerio hasta que la vio volar contra una tumba, la tumba de una mujer. Allí, inexplicablemente, desapareció; la buscó en vano. Entonces inspeccionó el monumento. Tenía inscrito el nombre de pila “Akiko” junto a un apellido desconocido, y una inscripción que contaba que Akiko había muerto a los dieciocho años. Al parecer la tumba había sido erigida hacía cincuenta años y el musgo había empezado a acumularse sobre ella. Pero había estado bien cuidada: había flores frescas ante ella y el depósito de agua había sido rellenado recientemente.
Al volver a la habitación del enfermo, el joven se sorprendió al serle anunciado que su tío había dejado de respirar. La muerte había sobrevenido de forma indolora sobre el durmiente y la cara del fallecido sonreía.
El joven le contó a su madre lo que había visto en el cementerio.
—¡Ah!—, exclamó la viuda, —¡entonces la mariposa debía ser Akiko!
—Pero, ¿quién era Akiko, madre?— preguntó el sobrino.
La viuda respondió:
—Cuando tu buen tío era joven estuvo prometido con un chica encantadora llamada Akiko, la hija de un vecino. Akiko murió de tisis poco antes del día concertado para la boda, y su prometido se lamentó enormemente. Después de que Akiko fuera enterrada, hizo la promesa de no casarse nunca; construyó esta pequeña casa junto al cementerio para poder estar siempre cerca de su sepultura. Todo esto sucedió hace más de cincuenta años. Y cada día de esos cincuenta años —lo mismo en invierno que en verano— tu tío fue al cementerio, le rezó a la sepultura, limpió la tumba y le puso ofrendas. Pero no le gustaba que se mencionara el asunto y él nunca habló de ello… Así que, al final, Akiko vino a por él: la mariposa blanca era su espíritu.
IV
Casi había olvidado mencionar una antigua danza japonesa, conocida como Danza de la Mariposa (Kochō-Mai), que solía realizarse en el Palacio Imperial por bailarinas vestidos como mariposas. No sé si a día de hoy se sigue bailando en alguna ocasión. Se dice que es muy difícil de aprender. Se requieren seis bailarines para ejecutarla, y estos tienen que moverse realizando figuras particulares —obedeciendo normas tradicionales para cada paso, pose o gesto— y dando vueltas muy lentamente unos sobre otros al ritmo de panderos y tambores, flautines y flautas, y siringas de una forma desconocida al dios Pan occidental.


Notas
↑ *
Año: Tenga presente el lector que, por expresa y terminante decisión de los que mandan en este agujero, todas las fechas de la biblioteca Bicheratura están referidas al nacimiento de Sócrates, que es como se cuentan los años en esta república —esto es, van 470 años por delante del país vecino —esto es, ahí fuera mismo en la calle.
La intención inicial de la junta directiva del antro era utilizar esta cronología en toda la Bichoteca. No obstante, tras una acalaroda intervención por parte de este equipo de edición —que está convencido de que sin una cierta connivencia con los usos establecidos no habrá difusión de la obra—, se nos ha dado permiso para que los artículos de la sección Divulgando sean mostrados con la fecha que los simios que los escribieron creían estar viviendo.
↑ * Suborden o Superfamilia— En los órdenes Blattodea, Hymenoptera y Lepidoptera, para agrupar las familias hemos preferido usar las superfamilias en lugar de los subórdenes.
↑ 1. Haiku
↑ 2. “La modesta ninfa contempló a su Dios y se ruborizó”. (O, según una versión más habitual: “El agua humilde vio a su Dios y se ruborizó”). En esta línea, el doble valor de la palabra ninfa —utilizada por los poetas clásicos tanto en el sentido de fuente, como en el de divinidad asociado a una fuente o manantial— le recuerda a uno esos graciosos juegos de palabras que practican los poetas japoneses. (N. del A.)
↑ 3. Escrito con más frecuencia nugi-kakéru, que significa “quitarse y colgar”, o “empezar a quitarse” —como en el poema de aquí arriba. De forma menos literal, pero más efectiva, los versos podrían traducirse de la siguiente manera: “Como una mujer que se desprende de su haori —ese es el aspecto que tiene un mariposa”. Uno tiene que haber la prenda japonesa a la que se hace referencia para apreciar la comparación. El haori es una chaqueta de seda —una especie de bata con mangas— que es llevada por ambos sexos; pero el poema apunta a un haori de mujer, que usualmente es más rico en colores o de un material más valioso. Las mangas son anchas; y el forro es normalmente de una seda de colores brillantes, con frecuencia bellamente multicolor. Al quitarse el haori, el brillante forro queda expuesto —y en ese instante el ondeante esplendor bien podría compararse con la figura de una mariposa en movimiento. (N. del A.)
↑ 4. La vara del cazador de pájaros se impregna con pegamento (bird-lime); y los versos sugieren que el insecto está impidiendo al hombre usar su vara, interponiéndose continuamente en su camino —de manera que los pájaros pueden ser advertidos al ver a la mariposa enviscada. Jama suru significa “entorpecer, estorbar” o “impedir, evitar”. (N. del A.)
↑ 5. Incluso cuando está descansando, se puede observar que las alas de las mariposas se agitan a ratos —como si la criatura soñase que vuela. (N. del A.)
↑ 6. Un pequeño poema de Bashō, el más grande de todos los autores japoneses de hokku. Los versos pretenden hacer alusión al sentimiento de dicha que inspira la primavera. (N. del A.)
↑ 7. Literalmente, “un día sin viento”, pero en la poesía japonesa, dos negativas no implican necesariamente una afirmación, como sucede en el inglés. El significado es que, aunque no hay viento, el ondulante movimiento de las mariposas sugiere, al menos a la mirada, que corre una fuerte brisa. (N. del A.)
↑ 8. Alusión al proverbio budista: Rakkwa éda ni kaërazu; hakyō futatabi terasazu (“La flor caída no retorna a la rama; el espejo roto nunca refleja de nuevo”.) Eso es lo que dice el proverbio —aunque a mí me pareció ver cómo una flor caída volvía a su rama… No: solo era una mariposa. (N. del A.)
↑ 9. Aludiendo probablemente al ligero y ondulante movimiento de los pétalos que caen de la flor del cerezo. (N. del A.)
↑ 10. Es decir, lo gracioso de sus movimientos hace a uno pensar en la gracia de las mujeres jóvenes, ataviadas delicadamente con batas de mangas ondulantes… Un viejo proverbio japonés afirma que incluso un demonio es guapo a los dieciocho: Oni mo jiu-hachi azami no hana: “Incluso un demonio, a los dieciocho, flor de cardo”. (N. del A.)
↑ 11. O quizá se podrían traducir estos versos más eficazmente de la siguiente manera: “¿Felices juntos, dices? Sí —si volviéramos a nacer en alguna vida futura como mariposas en el campo: ¡entonces podríamos conciliar! Este poema fue escrito por el celebrado poeta Issa con ocasión del divorcio de su mujer. (N. del A.)
↑ 12. O también, Taré no tama? (N. del A.)
↑ 13. Literalmente, “Un corazón perseguidor de mariposas desearía tener siempre” —i.e., desearía ser siempre capaz de complacerme en cosas sencillas, como un niño feliz. (N. del A.)
↑ 14. Un antiguo error popular —probablemente importado de China. (N. del A.)
↑ 15. Un nombre sugerido por el parecido de la artificial cubierta de la larva al mino, o impermeable de paja que llevan los campesinos japoneses. No estoy seguro de si la traducción que da el diccionario, “gusano-cesta”, es muy correcta —pero la larva conocida comúnmente como minomushi se construye realmente algo muy parecido al envoltorio de la oruga de saquito*. (N. del A.)
* Familia Psychidae, una familia de mariposas cuyas orugas se conocen como "orugas de saquito", "de bolsa" o "de canasta". (N. del T.)
↑ 16. Un rábano blanco muy grande. Literalmente, “daikon” significa “raíz grande”.
↑ 17. Pyrus spectabilis. (N. del A.), Malus spectabilis, según la nomenclatura actual. Es un manzano silvestre. (N. del T.)
↑ 18. Un espíritu maligno. (N. del A.)
Fuentes
- Versión propia a partir de:
- “Butterflies”, en "Insect Studies", en Kwaidan: Stories and Studies of Strange Things (Project Gutenberg)
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